Por Desde la redacción
2020-03-03 17:37:26
Por Joaquin Alonso
Hace 20 años el Gato de Metal llevaba, nuevamente, un paso más allá a su Constant Concept y se tiraba del 9-B de un hotel mendocino como símbolo de vaya uno a saber qué. No son muchos los tipos que hayan logrado convertir su propia vida en una obra de arte (en este caso surrealista), y García es uno de ellos, porque Cristo se dejó crucificar por los pecados de sus fieles pero Charly, según sus propios evangelios, se tiró por nosotros y sobrevivió.
Para un fanático de Charly (como es mi caso), hay hechos históricos que definen emociones profundas que van más allá de lo meramente fáctico, y el salto del 3 de marzo del 2000 es uno de ellos, no solo por haberse convertido en canciones (“Me tiré por vos” y “Noveno B”), sino también por exponer al ídolo en carne viva y dar el pantallazo que permite entenderlo con un milímetro más de profundidad. Es la génesis del mito y un capítulo más de lo que en el análisis de la tragedia griega se conoce como El camino del héroe, que conlleva un punto de inflexión, una transformación personal y, sobre todo, un profundo impacto histórico.
Entonces, mi pregunta es ¿Sería igual la República Argentina si Charly no hubiera saltado ese mediodía del 3 de marzo del 2000 desde la terraza del noveno B en el hotel Aconcagua? Seguramente si, pero me inclino solo por el placer lúdico, a pensar que no. Elijo creer que todo se hubiese sentido un poco peor de lo que fue o que esa pequeña expresión de caos fue, tal vez, lo que desencadenó la oleada de protesta social y manifestación popular de los años siguientes. Fue un signo de locura, pero al reinterpretarlo, también puede convertirse en la representación de una libertad real y la anarquía más extrema del que conoce los límites pero igual los traspasa, no sin miedo pero con inteligencia.
El policía insultado por Charly, el porta CD´s y el muñeco arrojados para probar el viento y la distancia, los insistentes llamados a su novia, los periodistas apostados en la puerta y hasta el televisor estrellado contra el piso luego de los revuelos de la noche anterior pasan a segundo plano cuando uno observa los 1,91 segundos que retratan a García, con su larguísimo metro noventa y cuatro de altura, cayendo al vacío y desapareciendo detrás de una medianera. Casi dos segundos de una declaración de principios fundamentales de una época marcada por el concepto Say No More y definida por su propia vorágine de excesos.
El video sigue, mostrando a los periodistas corriendo por las escaleras del Hotel Aconcagua para arremolinarse alrededor de un Charly tranquilo e ingenioso que responde, como siempre, con gracia y filo ante una batería de preguntas estúpidas. El daño ya está hecho y la imagen capturada. García saltó del noveno piso. Saltó por él, por nosotros y por vos. Saltó para demostrar que no es igual al resto. Saltó para matar a Carlos Alberto García Moreno una vez más. Saltó para expresar un punto de vista y eso, sin ninguna duda, es arte.
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