Por Redacción
2020-09-29 09:39:49
Tapa de Daydream Nation de Sonic Youth.
Por Joaquín "El Colo" Alonso
Las grandes revoluciones musicales siempre han mantenido su espíritu marcado por la falta de límites estilísticos claros y la mixtura de elementos previamente existentes en pos de un sonido nuevo, original y, en lo posible, trascendental. La ventaja de esta filosofía de trabajo es la enorme catarsis, dedicación y compromiso que conllevan. La desventaja es que solo los años les dan la razón a los incomprendidos y el reconocimiento casi siempre llega tarde.
Desde mi punto de vista, en Argentina SONIC YOUTH siempre ha sido más un referente estético que una influencia musical porque, seamos sinceros, ¿cuánta gente puede emular las distorsiones y disonancias cruzadas de Thurson Moore y Lee Ranaldo?. Fueron siempre un norte de la cultura alternativa y un estandarte con el ruido como bandera. Sonic Youth es un grupo de perdedores transmutados en genios que logró convertir lo bizarro en original y transformar lo inescuchable en lo más comercial de los 90. Kim Gordon, te debemos todo.
DAYDREAM NATION es el encuentro definitivo entre el concepto new wave de los primeros discos de R.E.M y el hardcore esquizofrénico de FUGAZI; Es el bastión de una revolución sónica perdida entre el ruido de una radio en el desierto y reflejada entre las sombras de los edificios neoyorkinos. Es un disco suficientemente inteligente como para plantear una búsqueda sonora diferente y tan estúpidamente kamikaze como para ser un suicidio comercial. Es una flor naciendo debajo del cemento. Una buena intención aplastada por el paso de una civilización que todavía no la entiende y un éxito que les llegaría algunos años más tarde. Daydream Nation fue una puerta que se abría ante el abismo que vendría; Un parlante sonando entre los sordos.
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