Por Redacción
2021-02-17 13:36:11
Escuela Vicente Fidel López, barrio Talleres.
Por Susana Parés - Docente Universitaria
En 1963, finalicé la educación primaria en la Escuela Provincial Vicente Fidel López en la Avda. del Trabajo. Amada escuela. En esa época, los varones iban a la mañana y las niñas a la tarde.
Yo tenía el promedio más alto de ambos grupos y por tanto me correspondía ser la abanderada del colegio.
Pero le dijeron a mis padres , estando yo presente, que habiendo un varón – con menor promedio - una mujer no podía llevar la bandera.
Mis padres decidieron que no fuera al acto de fin de curso. Desde hace muchos años, tengo un expediente, pidiendo al Ministerio de Educación de la Provincia ese reconocimiento- sin éxito.
Mi padre me dijo ese día en la puerta de casa: “Hija, sos mujer, pensás y se te nota. No te va a ser fácil la vida.”
Siempre defendió la posición de la mujer. Su madre –mi abuela- mujer empoderada, rompiendo prejuicios, mi tía siendo uno de las primeras mujeres contadoras de una empresa del Estado. ¿O tal vez la primera?.
Y así fue. Hoy vemos con horror las muertes, mutilaciones, amenazas cotidianas que sufren las mujeres.
Todo es tardío. Las medidas, las detenciones, las promesas.
La representación de la mujer no se ha solucionado con incrementar el número por género.
La educación no muestra signos de avances y tampoco las medidas. Y lo que es preocupante, el paradigma patriarcal y machista aun muestra signos residuales en no pocas mujeres.
Pero es en el ámbito académico, profesional y empresarial, donde el “techo de cristal” no retrocede.
Aún las mujeres son “secretarias”: de actas, de comisión, de cátedra…. El mérito ( ya denostado en este país) cotiza aún, menos si quien lo exhibe o invoca es una mujer.
No se advierte, que en el siglo XXI, se hayan desarrollado políticas públicas, especialmente educativas, consistentes para que las mujeres piensen …y existan…sin temor. La representación política revela –casi de modo uniforme- un compromiso bastante escaso, salvo excepciones .
Cada mujer debe asumir el valor de su condición y no sólo no admitir destrato y agresión, sino exigir a la dirigencia política que hagan lo que les deben desde hace décadas.
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