Por Redacción
2021-04-12 11:06:22
Alberto Fernández, presidente de la Nación Argentina.
Por Susana Parés - Docente Universitaria
El titular del Poder Ejecutivo, se ha expresado en una entrevista pública – vale la pena aclararlo - respondiendo a quienes han criticado sus decisiones respecto al COVID -19 y las nuevas restricciones a las libertades, como "imbéciles profundo" y también "idiotas".
Resulta importante destacar que esos vocablos se usaron en un tiempo -ya superado- en medicina para establecer categorías respecto a personas en situación de discapacidad y como señalan –ahora- artículos médicos han sido superados y adquirieron en algunos casos, el carácter de insultos.
Desde la más elemental buena fe, supongamos que el Sr. Presidente, se enfureció, no pudo controlar su enojo -preocupante- y emitió estos vocablos espantosos, para descalificar con términos inaceptables, a quienes están en desacuerdo con su política sanitaria. Alguien cercano, debería recordarle que es el Jefe de Estado.
Se supone, si es que aún vivimos en una república democrática y es de público y notorio que nuestro idioma tiene una riqueza extraordinaria para expresar desacuerdos con la opinión ajena y sin necesidad a referir a la situación con la que hace años se calificaba a situaciones de discapacidad específicas.
Hace años que Argentina ha validado con rango constitucional la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Organización de la Naciones Unidas que expresa de modo claro la denominación. Y son ellas, quienes además expresan públicamente otros modos en que prefieren ser llamadas.
Agregar al vocablo "imbécil" el término "profundo" es injurioso.
Porque y siempre desde la buena fe, si el Sr. Presidente, tiene la costumbre del uso de esos vocablos en la vida cotidiana, alguien debería recordarle que ya sus expresiones son públicas.
La conjunción "imbécil profundo", es una rémora de otro tiempo -lejano- para referir a una persona con discapacidad.
Y en este punto, sólo queda un dolor profundo por el irrespeto y el desprecio. Y si el objetivo es calificar como "personas con discapacidad" a quien no está de acuerdo con su criterio es muy preocupante.
Nada más y nada menos que viniendo del Presidente de la República que invoca su carácter de Docente de la UBA. ¿Y el Artículo 92 de la C.N?.
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